cronicas de la transmurciana
Cuarta jornada: Jumilla - Yecla - Fortuna


Puerto Frío

Cuarta jornada: Jumilla – Yecla – Fortuna – Murcia

Tomamos un buen desayuno frente al hotel, rodeados de atractivas y ruidosas dependientas de ajustados uniformes.

Empezamos a pedalear y desde el principio notamos que José Luís no ha recuperado, constantemente se descuelga a pesar de que estoy marcando un ritmo muy suave y llevadero, Juan Bautista pedalea a su lado infundiéndole ánimos en silencio.

Circulamos por una pista sin apenas pendiente entre olivos y vides. La mañana está agradable, aún no hace calor y se pedalea con soltura, José Luís parece que se recupera.

El GR se va por la derecha y nosotros habíamos programado continuar por el asfalto para entrar en Yecla. Error, la circunvalación nos lo impide la entrada, no se puede cruzar.

Tendremos que programar la entrada; bien por el GR y el tramo de rambla, bien entrar por el asfalto un poco más a la izquierda de la primera opción.

Ya estamos en Yecla bajo los soportales de la plaza del ayuntamiento. En frente, el alcalde estrecha la mano del Consejero de Agricultura. Nosotros mientras tanto contemplamos la escena trasegando una buena tortilla de patatas y su correspondiente agua de cebada.

José Luís nos da la mala noticia: no continua. Las tres jornadas anteriores de extremo calor y largos kilometrajes han hecho mella. Apelamos a su orgullo, le recordamos los muchos kilómetros de caminos de Santiago, Ruta de la Plata, de la Lana, etc. Pero no logramos convencerlo, desde Yecla regresará en autobús.

Ya solos, Juan Bautista y yo reemprendemos la marcha. El Carche como icono en el horizonte.

Discurre nuestro pedaleo de forma placentera por caminos, pista y cañadas, algunos tramos de asfalto pero ni un solo vehiculo a motor a la vista.

Pronto el calor se suma a nuestra compañía, el Carche más cerca. Lo vamos dejando poco a poco a nuestra derecha, ya es medio día y necesitamos repostar, Raspay esta cerca. En el pueblo llegamos a un restaurante elegante en el que amablemente nos sugieren que nos vayamos un poco más adelante que hay un bar más apropiado para nosotros. Hasta nunca señores.

Medio día, terraza a la sombra, un litro encima de la mesa. Otro y un plato de embutido, cae otro plato y otro litro, se esta bien aquí, sobre todo pensando en lo que hay fuera. Comemos con tranquilidad, nosotros solos, sin prisas, recreándonos en el momento e intentando no pensar en lo que nos esperaba, el Carche hasta la Pila, subir a Puerto Frío, la Grapacha y la Selección contra Rusia. Tomamos café.

Tras la comida, emprendemos un penoso pedaleo hacia la sierra de la Pila.

Comienzan las primeras pendientes, sufrimos y sudamos. Mascullo por lo bajo, aprieto los dientes y sigo pedaleando. Juan va delante, logro verlo en el espacio entre curva y curva cuando el sudor me permite abrir los ojos. Se ve “La Bola” arriba, en lo más alto, las alforjas cada vez pesan más y yo estoy más cabreado, aumenta la dureza de las rampas, el sol vengativo se aprovecha de la situación. ¿Pero qué hacemos aquí?

¡Por fin! Ya estamos arriba, dejo la bicicleta y me siento a la sombra, por unos momentos cierro los ojos y solo respiro, no pienso, no hago nada. El sol no existe, ni la bici, ni la sierra, nada.

Como un eco lejano, Juan Bautista me saca del ensimismamiento: Mariano nos hacemos una foto. Porque no respondo. Hay que continuar.

La bajada; bien, que bonito es desplazarse sin ni siquiera dar pedales, porque no puede ser todo así. Nos encontramos con un forestal que nos informa de lo que ya sabíamos: la falta de servicios en la Garapacha, nos recomienda continuar hasta Casicas. Lo hacemos, pero no encontramos nada ni a nadie a quien preguntar, nos mosqueamos y seguimos hasta Fortuna, al fin y al cabo, es cuesta abajo.

Vemos la vereda por la que tenemos que continuar, decidimos que a las horas que son mejor llegar a Fortuna que habrá donde alojarse y continuamos por el asfalto.

Fortuna, la villa de (Dionisos) nos recibe acalorada. ¿Y ahora que? Pregunta tonta a la que no encontramos respuesta. Decidimos comernos el bocata que habíamos comprado en Yecla e hidratarnos un poco.

Murcia no esta tan lejos, murmura Juan Bautista y además es cuesta abajo añade. Le miro y sopeso la posibilidad de dejarnos caer hasta Murcia. Total ya no estamos haciendo el itinerario previsto desde la Garapacha por Coto Cuadros hasta la capital, y quedarse aquí, otra noche más fuera de casa, el partido, la mujer, mi cama…

Ponemos el plato y apretamos los dientes: Murcia nos espera.

Estamos en la plaza de Belluga, frente a la catedral. Ya no nos importa estar al sol, nos hacemos una foto. No vemos ningún guardia, no nos multan, nos vamos a casa. Hemos llegado con el tiempo justo de ducharnos y ver como nuestra Selección elimina a Rusia. Han sido más de 135 km.

Mariano Vicente. Murcia, a 10 de julio de 2008.

 

Guía Práctica

Salida: Jumilla
Llegada: Murcia
Época: Todo el año.
Porcentaje de ciclabilidad: 100%
Distancia: 124 Km.

 

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